Como cada mañana de mis días festivos desayuno en esa granja tranquila para leer el periódico, y disfrutar observando a la gente. Es un pasatiempo excitante, mi café con leche, el periódico y mi atenta mirada a los gestos de la gente y sus reacciones, pero ante todo educado y discreto a no ser que me convenga ser indiscreto y juegue con miradas directas y pulsos de mirada.
Por aquella época coincidía con una chica. Ella muy guapa de cara, bajita, hoyuelos y esas arruguitas en la comisura de los labios que tanto me gusta por sus facciones de ancha mandíbula. Un cuerpo de curvas, ancho en las caderas disimulado por una camisa larga. Me gustaba mirarla a los ojos. Antes ya había recorrido todo su cuerpo con la mirada, sin que se sienta observada. Pero una vez acomodada en su mesa yo la miraba, observaba o desafiaba con la mirada para que notara mi interés. Disimulaba, por supuesto, llevaba compañía, pero no le desagradaba. Me dedicaba miradas rápidas, reflejas. Y yo… disfrutaba de esas situaciones.
Con el tiempo volví a verla pero por las tardes. Empecé a hacerme el encontradizo y me atreví a saludarla, cuando iba sola y notaba en ella un saludo nervioso, incluso me retiraba la mirada. Más tarde descubrí que ella también se hacia la encontradiza.
Un día me paré a saludarla. Nervioso. Intentando disimular mi entrecortada voz pero decidido. y ella aún más nerviosa, yo no dejaba de mirarla a esos ojos claros y una boca sensual que en esos momentos me apetecía besarla despacio, comiéndola poco a poco, disfrutándola y haciéndola mía. Creo que se dio cuenta.
Resulta que éramos casi vecinos, ella vivía en el bloque de en frente, a 300 mts en el ático.
Así empezamos una amistad de encuentros en la calle por las tardes, pues estaba sola y saludos por el balcón.
Intercambiamos número de móvil.
Yo empezaba a tener ya fantasías con ella. Para mí era una mujer deseable, sus curvas, ese culo llamaba mucho mi atención, deseaba verla desnuda erotizado por su piel y su cuerpo. Una mujer muy recatada vistiendo, jamás le vi un escote por lo que aún me llamaba más la atención poder desnudarla, o venían a mi imaginación escenas íntimas en las que ella se desmelenaba y me destrozaba.
Durante nuestras conversaciones le tiraba los trastos y le decía lo guapa que estaba a lo que ella siempre respondía con un «y tú también»
Una tarde me llamo. Estaba aburrida. Le dije que viniera a casa pues iba a poner una película en el DVD pero antes me daría una ducha. Con su tono siempre vergonzoso me dijo que como iba a molestarme, y yo le dije que no era molestia, que así no nos aburriríamos solos.
Llego y yo la recibí en albornoz, pero para no incomodarla me cambie, pantalones ligeros y camiseta. Le ofrecí un vinito tinto para hacer boca y acompañar una primera charla sentados en el sofá.
Pusimos la película pero antes traje una manta por si nos entraba frio pues no dispongo de calefacción. La puse por encima de los dos, separados. Me guardaba un poco las distancias.
Como ya teníamos confianza le dije que podía recostarse. Se acercó silenciosamente y se recostó un poco sobre mi regazo. Noté apoyarse en mis muslos cosa que me sensual izó. Su boca la tenía más cerca y furtivamente la miraba con deseo aunque ella a veces se daba cuenta.
Me comenta que tiene calor y le digo que si quiere quitamos la manta, a lo que ella contesto que no, se quitó el jersey quedándose en camisa descubriendo en esa acción algo de su abdomen y el ombligo, a lo que le comente que tenía un bonito y sensual ombligo.
Y ella ni corta ni perezosa me pide que quiere ver el mío. La escena me excitó, a lo que me puse algo morcillón e intente evasivas sobre que soy peludo, que es feo, etc….pero no colaron…
Fue rápida y levanto la manta y mi camiseta, pero claro…vio mi pequeña erección. Lo que vino a continuación no me lo esperaba, estiró de la goma del pantalón, mientras yo le decía que se debía a que iba sin boxers, mete la mano comentando…uisss como tenemos esto…y se la mete en la boca, aun envuelta por el prepucio. Toda la polla se la tragó con esa boca tan sensual. Creciendo dentro y ella chupándome hasta las entrañas. Dejé escapar un ooooohhhhh. Solté su corta melena rubia mientras acariciaba su cabeza y su nuca. Babeó toda mi polla. Hacía un ejercicio de absorción con toda su boca y la lengua. Por fin la rescato y se dedicó a lamer el capullo como si de un helado se tratase.
La levanté y no podía resistir besar su boca, la deseaba. Babeante por la saliva, con el sabor de mi polla y yo comiéndome esos labios perfilados de boca ancha. Me encantó y ella se dejó hacer mientras poseía su boca y me iba haciendo con su cuerpo. Desabroche su camisa para apretar sus pechos, ella gemía y casi chillaba, por fin pude hacerme con sus pantalones tejanos, se los quite. Estaba mojadísima, chorreaba. Al ver ese culo de piel tersa, bien puesto, grande, más dura se me puso la polla y la senté sobre mí, de espaldas. Entro sola y yo hacía por acariciar su clítoris, ella subía y bajaba. Alternaba caricias y presiones en su gran clítoris y apretaba sus nalgas, las abría. Mis dedos jugaban en la puerta de su culo húmedo también.
La puse a 4 para deleitarme con ese hermoso culo en otra postura, otra perspectiva. Como me gustaba nalguear ese culo, pequeños azotes en sus nalgas mientras se corría.
Yo me corrí por supuesto en sus nalgas mientras las apretaba con fuerza. Dirigió una de sus manos para extender toda la leche y llevarse un dedo a la boca, mirándome con esa cara tímida, y saborearla. Luego me dedique a lamerle los muslos, las piernas y mamarle el rico coño de gruesos labios. Jugando con su clítoris y sus agujeritos hasta volverse correr.
Nos duchamos.
Soy tu nuevo vecino, me alojo en el 4º . Desde aquí observo, saboreo, miro, me dejo llevar e intento sensualizarte. Este espacio de relatos eróticos tiene a veces un olor duro y bruto, otras con perfume, sabe a sensualidad y fantasías, pinceladas de vivencias y fantasías de este tu vecino.