No me lo esperaba. No esperaba que un día tuviera una conversación caliente con aquella chica que conocí a través de Twitter. No se me pasaba ni la mas mínima idea de tener fantasías con ella. Que mantendríamos ardientes conversaciones, de olor afrutado, fuerte como el sexo, sabor a carne y fluidos compartidos, el tacto de aquello que empieza y acaba. El tacto de esas carnes prietas y sexo duro como le gusta a ella, intenso, con cariño.
Ella es una chica preciosa con cara de muñeca. Unos pómulos agresivos que te dan ganas de morderlos, altivos y desafiantes, hasta diría que insultantes de lo bien que le quedan, y lo sensuales que se me antojan. Unos ojos grandes, chispeantes, con mirada dulce de niña picante que te dicen fóllame aquí mismo, sólo con parpadear. Una mandíbula cuadrada, que endurece su sonriente boca y dulce cara, algo que me pone mucho. Imagino pasando mi lengua por toda la mandíbula hasta la barbilla redonda y subir hasta los hoyuelos que le dan esa simpatía especial, que no me cansaría de lamerlos. Mención especial su boca grande sensual, de labios finos con una estilizada comisura por la que me muero penetrarla, jugar en ese rinconcito buscando su viva lengua.
Su piel tersa, incluso juvenil, dorada, te sugiere acariciarla, hasta apretarla, pellizcando como a ella le gusta. Sus curvas y formas sensuales me dan siempre ganas de abrazarla y recorrer todas ellas, notando mi sexo duro como siempre me pide. Su cuerpo… sus piernas… sus pies… Pelo para agarrarla bien.
Soy tu nuevo vecino, me alojo en el 4º . Desde aquí observo, saboreo, miro, me dejo llevar e intento sensualizarte. Este espacio de relatos eróticos tiene a veces un olor duro y bruto, otras con perfume, sabe a sensualidad y fantasías, pinceladas de vivencias y fantasías de este tu vecino.
Yo nunca pensé que una pequeña foto de perfil y un intercambio de tuits podrían disparar de aquella manera mi deseo e imaginación.
Sólo conozco de él su media cara izquierda: su oreja pequeña y bien pegada, perfecta para susurrar obscenidades en ella, un ojo oscuro que me mira intensamente y tan brillante que veo mi reflejo en él, su fosa nasal recta y rotunda, y parte de su boca. Ah! su boca… Aquellos labios jugosos y bien delimitados están pidiendo a gritos ser comidos, succionados, besados, lamidos y mordisqueados con fruición.
Y yo me muero de ganas por entreabrirlos y explorar con mi lengua su interior; repasar minuciosamente sus dientes uno a uno, resbalar por la suave textura de su mucosa, su paladar… enredar mi lengua con la suya y llegar hasta el fondo, hasta su campanilla.
Imaginar que mi lengua es un micropene que se clava en ese agujero húmedo y oscuro me excita, me pone al rojo vivo.
Así que recorro lentamente en la pantalla de mi tablet ese perfil izquierdo con los dedos de mi mano izquierda y acaricio un pelo que intuyo ondulado; eso provoca inevitablemente que termine utilizando los dedos de mi mano derecha y fantasee con que son los suyos los que suben y bajan por mi piel, se cuelan en todos mis huecos y hacen que me convierta en puro líquido.
Él lo sabe y le gusta. Tanto como a mí.