Recuerdas a Laura que conocí en Barcelona, mirando el mar en la Barceloneta? La historia no acabó allí… a continuación relato lo que ocurrió.
Llegamos a casa. Subimos por la escalera. Ella delante. Admiro como camina danzando, casi flotando. Casi veo el nacimiento de sus bonitas piernas torneadas. Mientras sube, la pequeña prenda que hace de falda cubriendo de cintura a algo de sus muslos redondos y formados a su precioso culo, imagino. Unas nalgas anchas y redondas se antojan al vislumbrarlas desde mi posición. Juveniles nalgas. Me mira de reojo sabiendo que tengo una erección solo por ver como vuela sobre las escaleras, danzando. Observo en cada giro de la escalera como su pecho se balancea en un hermoso movimiento. Grandes pechos juveniles. Me come con esos grandes ojos azules, asustados pero vivos, haciéndome percibir sus ilusiones y ganas de conocer y experimentar. ¡¡Que bella! Humedece sus labios para seguir hablando como si no se diera cuenta de que me la como con la mirada. Sus labios brillantes, humedecidos me hacen humedecerme a mí. Esa fresa, gruesa que dan ganas de morderla. Gruesos labios, carnosos. El inferior como una almohada rosácea, juvenil. Le mordería. No te imaginas como esos ojos atigrados de color azul, mirada asustada, y labios carnosos pueden provocar en alguien como yo. Penetrante e intensa. Me pervierte prohibidamente. Me lanzaría en ese momento y sobre las escaleras, en medio de ese espacio lúgubre la utilizaría para darle placer salvaje.
Llegamos a mi rellano, estrecho. Le digo – ¿me permites? – para poder abrir la puerta, no se quita a propósito y no me queda otro remedio que rozarla con mi erección. Me sonrojo. Me mira intensamente desde abajo sonriendo con esa boca de fresa.
Le invito a pasar. Aroma a incienso, dulce y fuerte. Le comento que como si estuviera en su casa, que se ponga cómoda. Me pide una camiseta, porque con la camisa está incomoda. Le acerco una con un símbolo que ni yo recordaba que tenía. Delante mío comienza desabrochase la camisa. ¡¡Dios!! Bella y blanca. Preciosa la naturaleza de la joven. Su castaño pelo cae sobre sus desnudos hombros, su pecho redondo y juvenil sujeto por esa prenda tan sexi, bien torneados, firmes como había imaginado. Grandes y voluminosos. Se me antojan dulces y redondos, preciosos, y ella mirándome a los ojos con su mirada intensa. Pongo la punta de mi lengua en la zona prominente de mi labio superior, humedezco. Me voy, no aguanto esa tentación. Y me suelta que si no había visto una chica en bikini. Qué tonto, tiene razón. No como tú, le contesto. Ella me mira sin darle importancia diciéndome – ¿Qué diferencia hay? A lo que yo contesto tajante – muchas cosas que no puedes oír.
Pasamos al despacho, nos sentamos delante del ordenador y enchufamos su pendrive. Lo primero que me enseña es su último dibujo, un ojo, perfecto, rasgado, penetrante, como los suyos. Ese ojo quiero que no deje de mirarme. Me siento violado y desnudado por ese ojo. Ella no deja de poner su mano en mi muslo, Ays! y yo no dejo de mirar sus piernas torneadas y su boca de fresa donde quiero morir. Su mirada y el ojo dibujado con maestría y arte me penetran. Empiezo a pertenecerle. Continuamos con fotos y dibujos muy interesantes de muchas temáticas.
Se quita las zapatillas diciéndome que le duelen los pies. La miro y saboreo con mis ojos su barbilla tan sensual y excitante, redonda y alargada, para morderla sin miramientos. Lamerla hasta que me pida más. Mi mente ya cabalga por la perdición de su cuerpo y la tentación de su mente.
Miro sus pies. Me pregunta si me gustan. Le digo que demasiado. ¿Me los quieres tocar? – me suelta con la naturalidad de la juventud, divertida y sonriente, alargándose esos ricos labios. Asiento como un corderito y se levanta para ir a sentarse, estirarse en una pequeña cama que tengo en el despacho. Casi veo su precioso culo redondo y ancho al girarse con esas braguitas que sólo yo imagino. Vuelvo a ir detrás de ella, me siento a sus pies y los pongo en mis rodillas.
Acaricio sus menudos pies, los rozo con mis yemas. Presiono sus deditos y los estiro. Paso mis dedos entre los suyos. Acaricio su empeine mientras le miro a los ojos. Los cierra y me excita esa caída de párpados mientras humedece sus deliciosos labios. Sigo friccionando la planta de sus pies desde los talones. Rozo sus tobillos juveniles Me encanta ver sus muslos desde aquí, redondos y frescos. Masajeo sus musculosas pantorrillas, las aprieto, nota que casi hago el amor a sus piernas por como las aprieto. Suelta un silencioso suspiro. Me llevo sus dedos de un pie a la boca, los lamo y masturbo con mi boca. Los muerdo. Entreabre su boca ahora hinchada. Se mueve y acelera la respiración. Su pecho bajo la camiseta se acelera y sus tetas tiemblan. Me gusta sentir a la vista las formas de sus tetas bajo la camiseta. Al levantarle la pierna veo el nacimiento de esa redonda nalga. Su otro pie lo mueve hacia donde tengo mi sexo ya duro y lo deja ahí. Parece una santa con cara de diabla asustada y consciente de lo que sabe hacer. Fricciona.
Como no noto negación acaricio sus piernas de melocotón, dulce piel que me provoca electricidad. Las beso despacito. Ella con sus manos bajo la camiseta, en su abdomen. Beso y muerdo sus rodillas, hasta llegar a los muslos, prietos, redondos, antesala de unas nalgas que imagino suaves y dominadoras, unas caderas que te vuelven loco cuando se mueven sobre ti. Suspira y acelera la respiración. Muerdo y lamo todo su muslo y comienzo a vislumbrar unas braguitas. Acaricio sus caderas por los costados mientras mi boca ya está en el interior de sus muslos. Mordisqueo con los labios, se abre. Me gusta su olor, su olor natural de joven y el olor dulce de su sexo que intuyo ya mojado por la proximidad de mi respiración. Aquella falda de florecitas rojizas ya levantada me hace descubrir sus braguitas blancas de ribetes rojos con una Minnie besando a Mikey como yo ahora beso esas braguitas, su pubis, por encima. Paso mi lengua húmeda, todo lo ancho, por sus ingles. Se retuerce. Su pelo enmarañado, mueve los brazos y queda su abdomen desnudo. Muerdo alrededor de su sexo. Noto la humedad y el olor adolescente. Sus manos se van a mi cabeza con fuerza cogiéndome del pelo, intentando violarme la boca con su sexo. No le dejo. Paso mi lengua por debajo de sus braguitas notando ese bello paraíso imberbe. Ella enmaraña mi cabello. Beso sus nalgas levantando sus hermosas piernas. Saboreo su sabor mientras ella gime con leves suspiros. Muerdo sus nalgas mientras le miro a la cara como disfruta, como se muerde los labios. Me penetra con sus ojazos.
Aprieto sus nalgas con mis dedos y busco sus sexo con mi lengua, solo rozando desde fuera sus labios. Busco su abdomen con mis manos, de piel blanca, juego acariciándolo. Se baja sus braguitas dulces dejándome a la vista un bello sexo de labios rosados, ya casi abiertos. Hinco mi boca en su sexo, primero lamiendo alrededor, mordiendo el margen entre los labios exteriores y las ingles. Hago círculos a su alrededor. Me penetra su olor y me excita. Acaricio su sexo para abrirlo con todo lo ancho de mi lengua. Mmmmmmmmm delicioso sabor, que dulce su néctar. Ya chupo como un poseso, penetrándola con mi lengua, rica la entrada de su vagina mojada. Absorbo su clítoris, lo chupo y muerdo. Que belleza de escena ella retorciéndose ya, gritando sigue, agarrando mi cabeza a su sexo y yo bajando mi lengua hasta su ano. Jugando con mi lengua en los dos agujeros. Precioso su culo con ese redondito ano. Yo duro de excitación.
Subo para besarla en la boca mientras se retuerce. Se ha corrido en mi boca mientras acariciaba sus redondos pechos ya sin el sujetador negro que se ha ido quitando. Tengo mi boca llena de su néctar y lo comparto con ella. Me encanta esa boca roja con el sabor de su sexo. Le muerdo los labios, juego en su comisura con mi lengua mientras nos miramos, Veo como se toca los pechos bajo la camiseta donde dirijo mis manos y tocamos los dos sus duros pechos. Mis manos sobre sus manos, sus manos sobre sus pechos. Pellizco sus pezones rosados de anchas aureolas. Disfruto tocarlos sin verlos. Le muerdo la cara, el cuello. Huele a sexo. Siento sexo y ella me lleva al cielo solo con tocarla. Con verla como disfruta retorciéndose. Baja sus manos y me quedo con sus firmes pechos, blancos y rosados, duros juveniles con esos pezones que me amenazan ya sin camiseta. Grandes pechos de aroma suave y sexual, fuerte como firmes. Sólo la falda de flores. Sus piernas torneadas y sus pechos ya en mi boca mordiendo los duros pezones mientras ella busca mi sexo. Antes juega en mi pecho velludo, enmaraña sus dedos en mis pelos hasta llegar a mi sexo, Encuentra mi sexo duro, mojado. Observa lo rojo que está, descapullado y pasa su pulgar por mi capullo. Me mira a los ojos. Descarga de electricidad. Su pecho sigue follando mi boca y yo la poseo.
Me dice al oído – Poséeme cabrón. Te quiero.
Eres mi perra niña, te deseo y te amo – en un susurro.
Desciende y se lleva mi sexo a la boca. A esa fresa. Fresón y fresa. La lame y juega con sus suaves labios en mi capullo. Esos gruesos labios envuelven mi capullo grande e hinchado. Se la traga entera, me arqueo, y vuelve a sacarla. Me pone a mil el calor de su boca. Mi joven maestra juega dentro de su boca, entra y sale, aprieta mis huevos y su lengua hace malabares en mi sexo. Descarga eléctrica. Mi voz gutural mientras aprieto esos ricos pechos que se mueven como flanes y desafían la ley de la gravedad. Agarro ahora su pelo mientras ella folla mi sexo con su boca, con esos gruesos labios. Me arqueo. Baja hasta el perineo para lamer y meter su lengua en mi culo, juega como una niña traviesa. Me mira divertida y viciosa. Asustada. Vuelve a tragarse de golpe mi polla, entera, eriza mi piel y ella clava sus uñas en mis muslos, mientras hace movimientos con la boca y labios. Me araña.
Me dice – Hazme tuya. Quiero tenerte dentro. – Nos besamos mezclando el sabor de nuestros sexos. Nuestras bocas viciosas. Sudados.
Me siento contra la pared. Ella se pone en cuclillas para ir introduciendo mi sexo poco a poco mientras nos miramos. Me come la boca. Apoya sus manos en la pared. Abro sus nalgas mientras entra. Pone sus tetas en mi boca. Esos pezones rosados me los deja morder. Lamo sus brazos extendidos. Su piel blanca. Veo su espalda y nalgas en el espejo de atrás. Comienza a cabalgarme como una amazona. Aprieto sus nalgas, las abro y las devoro con la mirada. Ella disfruta bailando sobre mi sexo. Cabalga moviéndose su falda, danzando. Le muerdo la barbilla. La chupo. Mueve sus caderas acompasadas, tal como imagino que anda. Su sexo engulle el mío. Ahora soy más suyo que ella mía. Le pertenezco. Su lengua entra en mi boca posesa, violándome. Dejo marcados mis dedos en sus blancas nalgas. Gritamos. Nos decimos cosas. Cosas que volaran. Te deseo. Follame. Ámame. Te quiero. No pares. Siiiiiiiiiiiiiiiiiii. Es una diosa esta niña, como arquea su cuerpo cuando levanto mis caderas para penetrarla más. La levanto y hago descender a mi ritmo agarrándole el culo para que me note más. Le muerdo sin mirar, me muerde sin saber. Muerdo sus labio inferior, el más grueso, sangra y jugamos con la sangre en nuestras bocas, en nuestros labios, la extendemos.
Nos corremos. Gritamos, mordemos, clavamos las uñas donde nuestros dedos se posan. Cae sobre mi pecho húmeda y sudada. Su pelo por mi cara. Sus pechos en el mío. Tengo electricidad aun por mi cuerpo, de su cuerpo, Aun suena el eco de los gritos del placer compartido al corrernos. Nos lamemos como animales. Nos limpiamos con las lenguas, Nos besamos.
Me tengo que ir – me dice.
Se viste corriendo.
¿Cómo te llamas? – le pregunto
Laura – y cierra tras de sí la puerta.
Me quedó su recuerdo, su olor, su sabor, su juventud. Y su pendrive. Su nombre. Siempre la recordaré.
Soy tu nuevo vecino, me alojo en el 4º . Desde aquí observo, saboreo, miro, me dejo llevar e intento sensualizarte. Este espacio de relatos eróticos tiene a veces un olor duro y bruto, otras con perfume, sabe a sensualidad y fantasías, pinceladas de vivencias y fantasías de este tu vecino.
Me ha encantado ese relato. Tienes una forma de narrar la historia que mantiene al lector a la espera de la siguiente frase…. Respiro cuando tú…. Lo he imaginado mientras lo leía.
Enhorabuena!
Gracias por tus palabras y atención. Un placer que te hayas transportado…